Una completa revisión a las normas que regulan la contaminación lumínica para incorporar nuevas exigencias, a fin de atenuar los efectos de la luminosidad, estudia un Comité Operativo Ampliado donde se espera que la nueva legislación entre en vigencia en el curso del próximo año.
En nuestro país tres son las regiones -Antofagasta, Atacama y Coquimbo- que tienen la mayor actividad astronómica del país y a su vez, las únicas donde hasta ahora rige la norma de emisión para la regulación de la contaminación lumínica, cuyo objetivo es prevenir este tipo de contaminación en los cielos nocturnos de esas regiones, de manera de proteger la calidad astronómica, mediante la regulación de la emisión del flujo radiante por parte de las fuentes reguladas.
A la fecha, dicha norma no considera la biodiversidad ni la protección del impacto de la contaminación lumínica asociada a las personas, por lo que se encuentra desregulado su impacto a nivel de prevención y control de este tipo de contaminación en relación a la biodiversidad en todo el territorio nacional. No obstante, esta realidad cambiará ya que el Ministerio de Medio Ambiente actualizará e incorporarán nuevas exigencias a partir de 2022.
La revisión de la actual norma está a cargo de un comité operativo ampliado, del cual forma parte el profesor de la Universidad Técnica Federico Santa María, Denis Riquelme, quien explica que “la contaminación lumínica en nuestro país tiene una connotación especial debido a que actualmente regiones del norte albergan observatorios astronómicos que representan la mitad de la capacidad de observaciones astronómicas a nivel mundial, y se proyecta que al 2025 Chile albergará el 70% de las capacidades mundiales de observaciones astronómicas”.
“El objetivo de la norma es prevenir la contaminación lumínica de los cielos nocturnos de las regiones mencionadas, de manera de proteger la calidad astronómica, mediante la regulación de la emisión del flujo radiante por parte de las fuentes reguladas. Actualmente el Decreto Supremo Nº 43/2012 del Ministerio de Medio Ambiente, se encuentra en revisión y dentro de los principales aspectos a revisar se encuentra la incorporación de la biodiversidad como objeto de protección adicional a la calidad astronómica del cielo nocturno y que dicha norma se extienda a todo el territorio nacional”, señaló el docente y experto en luminotecnia.
Regulación de la contaminación lumínica
Según el profesor Riquelme, en la elaboración de un proyecto lumínico, se tienen en cuenta como valores de diseño los niveles lumínicos, deslumbramiento, uniformidades, condiciones de mantenimiento futuras, pero el concepto de contaminación lumínica o de impacto lumínico en el entorno no es siempre tomado en cuenta. Se puede considerar una evaluación del impacto ambiental de la luz en el entorno, a las radiaciones emitidas por las fuentes de luz y redirigidas por las luminarias.
“Los estudios de impacto ambiental del componente se centran en el cumplimiento del control del flujo lumínico hacia el hemisferio superior, utilizando lámparas adecuadas, control de la luz intrusa, pero no tienen en cuenta la sensibilidad del entorno en la afectación general. Se sabe que la luz artificial afecta a muchas especies y comunidades ecológicas, puede cambiar el comportamiento y/o la fisiología, la reducción de la supervivencia o el rendimiento reproductivo, también puede afectar la disponibilidad de hábitat o recursos alimenticios, donde puede atraer a los depredadores y plagas invasivas, los cuales pueden representar una amenaza para ciertas especies”.
Con la actualización de la normativa vigente, se espera incorporar también nuevas exigencias técnicas a las luminarias, a los letreros luminosos, a los recintos deportivos, entre otros aspectos que hasta el momento no son considerados.